domingo, 3 de febrero de 2013

VISITA AL JARDIN BOTANICO









En pleno otoño, con un día plomizo y lluvioso que hacía verdadero honor a su condición, bajaron los saltamontes a la gran ciudad para visitar el Jardín Botánico. Llegaron en tren a la estación de Atocha, donde pudieron admirar la gran cantidad de vías, trenes y viajeros variopintos que por allí pasaban. Empapados, accedieron al jardín por la muy noble puerta de Murillo. Allí nos recibió Javi, el monitor que nos hubo de acompañar. A pesar del diluvio, no perdió su jovialidad e introdujo a los niños en el curioso mundo de los “detectives de plantas” que allí trabajan. En la estufa fría, nos paseó por la selva y nos mostró sus plantas carnívoras,  y otros ejemplares con hojas de formas, tamaños, texturas y colores imposibles. En la estufa caliente, nos instó a buscar cáctuses azules y plantas que parecían piedras. Nos soprendió con la timidez de la mimosa y nos deleitó con la leyenda del dragón en su palmera. Fuera, ya con el cielo más calmado, visitamos al “abuelo”, ciprés de gran solera, y a la “dama del Jardín”, una olma de 40 metros. Finalizó el paseo olfateando las aromáticas, algunas de las cuales reconocimos del territorio Saltamontes. Y con un civilizado picnic en los históricos bancos de piedra, nos despedimos de la gran urbe. De vuelta, el recuerdo de dos trenes pato que se besaban en Chamartín y los jabalíes, gamos y ciervos en plena berrea en el Monte del Pardo, nos acompañan en el trayecto a casa.



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